Desde mi apartamento de soltero llevaba varios días percibiendo a medio día o en las tardes deliciosos aromas de comida, a veces sancocho, o plátanos fritos, cuando no era chocolate o carnes guisadas, estos olores se filtraban por vidrios y techos del apartamento contiguo, en la misma casa, donde reside una hermosa vecina. 

En algunas ocasiones, en las noches o altas horas de la madrugada, sobre todo el fin de semana se filtraban los perturbadores sonidos de la cama de madera desajustada o los gemidos de quien seguramente le estaba dando un adecuado uso al momento con alguna visita especial. Solo en un par de ocasiones había visto a la vecina, y en una de estas, tuve la oportunidad de hablar un poco con ella, solo que no recuerdo de que hablamos pues cuando estaba cerca de ella, mientras pretendía dialogar con ella por mi mente solo pasaba las imágenes de los deliciosos manjares que ella debería preparar, claro, no lo niego también imaginaba su hermoso cuerpo en alguna posición y muy adecuada para que sonara tan armónicamente esa bendita cama.



El domingo pasado, se cumplieron mis pervertidos deseos, cuando regresaba de sacar la basura a la esquina, me encontré con ella, a la entrada de la casa, ella en su sensual pijama color rosa, sus calienticas babuchas y un manojo de cilantro en su mano. Me dijo, - Vecino, voy a preparar un delicioso sancocho dominguero, lo invito.  - De inmediato dije; -Listo, veci, a qué hora. Como, en una hora, más o menos, me responde, con una picaresca sonrisa y una voz sensual, de esas que incitan, al placer. - ¿Lleve buena música, que no tengo internet, pasamos una tarde de vecinos bien rica, unas cervecitas o no le gustan…?


Cinco minutos más tarde estaba en la tienda empeñando el tv para comprar las cervezas, y un vinito y unos condones, esto no podía ser para menos dije yo.


Creo eran como la 1:45 de la tarde y ya estábamos disfrutando del delicioso sancocho, y claro, era tal cual lo había imaginado, y según las conversaciones durante ese tiempo, esto daba para terminar mirando por que sonaba tanto la cama y hasta arreglándola, solo que no me esperaba, no pasaba por mi mente lo que seguiría…
Cuando estaba por terminar de deleitarme con el apetitoso almuerzo de la vecina, se levanta y mientras pasa por atrás del lugar donde estaba sentado, toca suavemente mi espalda, me da un pellizco, me dice que va por la sobremesa, un juguito y que ya llegan lo mejor, las cervezas y un relax de vecinos. – ¿Qué dice, vecino, o los compromisos no lo dejan…? Antes que terminara de pasar su mano sobre mi hombro y dirigirse a la cocina, con mi mano izquierda, acaricio la suya, ella me la toma, la aprieta muy sensualmente y se retira, al instante regresa con un par de vasos una jarra y comienza a servir, con mucha ansiedad, tomo el vaso, lo llevo a mi boca y hasta aquí llego el romance, la vecina todo se lo tiro, en un solo instante, me trae dizque un hp jarra de frutiño, y además simple, no que vaina. Solo le di ese sorbo, baje el vaso, sonó un mensaje del guasa, lo leo sonrío y digo, que pena vecina, me llaman que mi sobrino Angello, se acaba de accidentar en una moto y me necesitan en el hospital. Que tristeza con la vecina.



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